SECRETO

Mención Honrosa

Estación Baquedano. Está sentado frente a mí. Es repulsivo pero no puedo quitarle los ojos de encima. Su cabeza se balancea al ritmo del metro mientras su doble pera descansa sobre una gastada corbata comprada en alguna cuneta. Su panza sube y baja mientras los botones de su camisa china están a punto de explotar. Imagino su enorme ombligo. Huele a vino y cigarro. Es repulsivo y no puedo dejar de observarlo. Estación Moneda. El hombre se pone de pie, me toma del brazo y susurra: “llegamos, mi amor”.

Karen Haase, 37 años,
Ñuñoa.