Primer Lugar
Jueves: escucho el que será el último alarido de un perro que un neumático revienta en calle Maturana. Viernes: desde mi ventana veo su cuerpo bajo un manzano en la vereda. Ya duerme con las vísceras al aire. Domingo: hierve de una vida que no es la propia. El hedor llega hasta mi cuarto. Miércoles: llueve. Una mancha de aceite se desliza con lentitud hasta la cuneta. Martes: una fruta madura ha venido a caer a su esqueleto, allí donde cupo el corazón. Miércoles: otra lluvia deja sus huesos limpios como teclas. Jueves: llegan otros perros y se los llevan.
Mario Moreno, 76 años,
Coyhaique.