LA CHIMENEA DE LA SUMAR

PREMIO AL TALENTO DE BARRIO

Junto al Zanjón de la Aguada jugaban los cabros chicos. Usted no me va a creer, pero para cazar guarenes usaban arcos con flechas de sauce quemado. Poco más allá los vecinos esperaban sobre el puente las bofes que venían del matadero. Todo iba a parar al canal. La chimenea de la Sumar humeaba despacito. Ahí fue la balacera, en el setenta y tres, por la resistencia de un puñado de obreros. Será por eso que me quedo mirando el Mapocho, largo rato. Cuando viene caudaloso se arremolina. Y parece que veo bofes, frazadas, cartas de amor, cuerpos de gente.

Marcelo Zurita Véjar, 60 años,
San Miguel.

Ilustración: Ludmila Drago.