Talento Mayor
Veía al viejo llegar a sentarse en un banco del Parque Forestal, frente al monumento a Rubén Darío. Siempre con un libro en la mano. Para mí, era el mayor lector del mundo. Se concentraba tanto en la lectura que parecía sumergirse entre las páginas. Y un día lo hizo: se metió en el libro. Juro que sí. ¡El libro lo absorbió! Me dije: “Imposible”. Pero el mejor lector del mundo había desaparecido y el libro estaba inerte sobre el banco del parque. Pensé: “¡Qué libro más extraordinario!”. Y me lo robé. Lo llevé a casa con lector y todo.
Rodrigo Atria Benaprés, 65 años,
Ñuñoa.