Mención Honrosa
La Tina me había dicho que sería fácil, que era llegar y llevar, que así podría irme de la casa y ser autosuficiente. Eran las tres de la mañana cuando me junté con el Poroto. Me dijo que iba a ser relindo, que aprendería todo lo necesario para satisfacer a los clientes. Caminamos por el Forestal, pasamos una pileta y allí, donde se había quemado una ampolleta, nos pusimos detrás de un árbol. Me tumbó en la tierra. Sentía que mi pelo se impregnaba con ese olor húmedo mezclado con mierda de perro. Y así fue como comenzó todo.
Valeria Muñoz, 22 años,
Providencia .