Mención Honrosa
Ayer el guatón solitario de mi vecino no salió de su casa, y anduvo adentro en pelota todo el día. Comió con las manos, bailó de forma grotesca en la ventana, corrió hablando solo y practicó frente al espejo poses surrealistas. Al anochecer, puerco como estaba, se tiró al suelo y retorciéndose comenzó a mudar de piel como una serpiente. Hoy temprano salió a trabajar serio, compuesto y más delgado, al parecer. Más tarde hurgué en su basura y encontré una muda de piel cochina y sonriente. Cada vez lo hace más seguido.
Sebastián Carrasco, 24 años,
Ñuñoa.