INQUIETUD NOCTURNA

Mención Honrosa

S. despertó en la mitad de la noche. Su esposa lo remecía suavemente y le hablaba entre susurros, mas el sueño le obligó a mantener los ojos cerrados. “Despierta por favor”. “¿Qué quieres?”, respondió S. en un amargo rezongo. “S., ¿puedes abrir los ojos un momento y decirme qué ves allá adelante?”. “¿Cómo?”. “Abre los ojos y dime qué hay allá adelante”, repitió con voz asustada. Ante tanta insistencia se sentó, abrió los ojos y miró hacia la oscuridad infinita que se abría a los pies de su cama. “Nada, mujer”, dijo volviéndose a recostar, “allá adelante no hay absolutamente nada”.

Gerardo Soto, 24 años,
Independencia .